La gente a menudo me pregunta: ¿De verdad es malo usar chupeta?

Con un  bebé recién nacido y como terapeuta del lenguaje  había decidido no utilizar chupeta con mi hijo. JAMÁS! Igual que había decidido amamantarlo por dos años, e igual que uno decide mil cosas… pero en el camino hay que hacer cambios, aunque uno no quiera. Quería  evitar el hacerlo por los efectos que  puede tener en el desarrollo del habla y también para evitar el típico comentario: ¡un hijo de una terapeuta con chupeta! . Sin embargo pocos días  después de su nacimiento estaba agotada, con los dolores de la cesárea, amamantando, sin dormir y cuidando otro niño. Era demasiado para mí y adivinen qué? La chupeta resultó ser mi salvación… Sólo quería dormir y como último recurso me dí por vencida: desesperada fuí a buscar una chupeta. Mi hijo la aceptó  y lo (nos) hizo dormir como nunca antes. Esto me dió una nueva perspectiva sobre toda esa información y consejos que recibimos las mamás y cómo a veces no seguirlos se relaciona solamente con un tema de supervivencia.

Para aquellas de ustedes que cargan con la culpa de ofrecerle chupeta a sus hijos. No hay por qué sentirse mal. Las chupetas son perfectamente apropiadas para los niños durante el primer año de vida. Sin embargo, trate de limitar su uso después de los 6 meses (yo se la ofrecía solamente a la hora de dormir) y trate de eliminarla hacia los 12 meses. Una opción que resultó fácil para mí fue brindarle  junto con su chupeta, un juguete que el niño asoció con la hora de dormir.  En mi caso fue  una salamandra llamada Charlie , un peluche con luces y música relajante.  El primer día que quitamos la chupeta fue Charlie quien acompañó a mi hijo y le contó que la chupeta ya no volvería. Nunca más preguntó por ella.

Si tiene alguna anécdota o consejo con respecto a la tan temida chupeta por favor compártalo con nosotros.